domingo, 28 de junio de 2009

Pez

Hay un hueco en el cuarto

y ese río profundo

llena los pulmones.

Las sillas se vuelven difusas 

mientras flotan, y las burbujas cantan

mientras explotan, 

y el techo de a poco se rompe, 

y la casa de a poco se inunda 

y yo me pongo difuso

como un pez en el agua

El Abismo

Nuestros ojos se esquivan y se pierden. Hasta que rozan y nos encontramos. Nos encontramos en una mirada, una caricia de mirada.
Pero entonces tengo miedo, miro a otro lado hablando racionalidades. Ella se pierde, ella esquiva la razón y se resguarda decepcionada.
Me doy cuenta, si, esta vez me doy cuenta. Miro tu cara con ojos perdidos entre el blanco de la pared y el celeste del cielo. Acaricio tu cara con la mirada. Poso los ojos que como gentiles dedos presionan tus pómulos. Ahora tengo la mano metida en tu cara con toda la palma te agarro y te pido que me mires. Empujo tu cara y tu mirada hacia la mía.
Giras y nuestros ojos chocan pero yo tengo miedo. Te diste cuenta, esta vez te diste cuenta y me duele. Pero tu cara muestra una sonrisa, un dulce abrazo de sonrisa. Y yo me dejo abrazar pero tengo miedo.
¿Qué hago con el abismo que hay entre tu boca y la mía? Tú cálida y distante boca. Que espera parada con brazos abiertos a que salte. Yo quiero saltar y no salto. Ella lo pide a gritos y sus ojos acarician mi cara. Quiero saltar pero no salto.
Ahora tengo en mi cara toda la palma que sale de sus ojos. Juega con los dedos gentiles y me agarra y me pide que salte. No quiero saltar pero ya salto y mis pies hacen un impulso, se agitan espasmódicamente en el vació.
Primero te toco la pierna. Subo hasta tu panza y no te miro, cruzo tu pecho rozándote con el iris de mis ojos hasta que llego a tu boca.
Mi cuerpo en el aire se tambalea, se abre y se cierra para llegar mas alto y mas lejos. Lo peor es que todavía no se sabe, el futuro todavía no se sabe.
Te miro la boca, y las arrugas escarlata son caramelo de canela. Mis labios tiemblan y exhalo, vos soplas y yo te miro, no quería pero te miro. Nuestros ojos alineados se acarician mientras mi boca roza tu boca y yo te beso y sonrío. Te doy un cálido y dulce beso.
Mis pies tocan el piso y miro hacia atrás contemplando el eterno abismo que había entre tu boca y la mía.

Sobre las miradas

Yo camino con los ojos pegados al piso, es que desde chico las miradas me aterran. Odio cuando de repente, por esas casualidades, pisamos un bache con el bondi, o el tren frenó de golpe, o algo en el rabillo del ojo nos gritaba que giráramos la cabeza, y ahí, ¡plaf! Un repentino choque en el vació.

Yo te miro, tu me miras, vosotros mirareis, nosotros nos miramos.

Y si, cuando esto sucede, inevitablemente se genera una empatía. Es que hay una parte de mí mismo que comparto en ese pequeño roce de vistas, el color del iris o la angustia de mis cejas. A su vez, algo me es compartido: Hoy el señor Rodríguez comió una medialuna en mal estado y sus cejas se levantan en un eructo. Sara se olvido de dormirse anoche y los parpados recordaron de repente el goce de una siesta y se tiraron cuerpo a tierra, esquivando el grueso calibre del insomnio. O fueron salvados por la armadura del agotamiento, que, a penas se ve penetrada, los fuerza a descansar.

Es que las miradas son eso para mí: un disparo, una carga y un disparo. Después ya está, a limpiar la herida y miro a otro lado. ¿O no?

¡No! Me toco el hombro y sangra. ¿Me estará mirando? ¿Me esta mirando en el hombro? Me doy vuelta y ¡plaf!

Yo amanecí inseguro y ella cometió adulterio. Pero para apaciguar su conciencia se ríe sigilosamente de mi remera, cuidadosamente invertida.

Y si, después de una mirada a uno se le vuela la ropa y queda desnudo a todos ojos. Así que lo que hay que hacer cuando una mirada persigue la tuya es ir corriendo a desnudarse, a ver si llegamos antes de que nos miren y nos damos cuenta que ya no importa.

Sueño Sin Titulo

Anoche soñé
que despertaba y quería volar
no pude,
nescesitaba una escoba.
Ahora volaba en una escoba.
Era guíado por un hombre de capa azul,
montado en un avestruz marron.
Pero el perímetro de mi casa
era demasiado fuerte:
las paredes de ladrillo me aferraban
al piso.

Anoche soñé
que despertaba
y los maestros eran sordos
como sus discipulos enmascarados.
Yo les decía:
"Anoche soñé
que volaba guiado por un hombre de capa azul
montado en un avestruz marrón"

Anoche soñé
que despertaba.
Y ella estaba en el auto conmigo,
en el asiento de atrás.
No había conductor,
ni copiloto.
Cinco personas la miraban desde afuera,
así que yo también la miré.
"Espera crecer" - dije.
"Bueno, yo me voy"
- me dijo ella -
"Así te haces cargo,
porque las miradas son para vos".
Se bajó del auto,
y estaba yo frente a esos diez ojos.
¿Que estarán mirando?
Es un sueño,
pensé,
y yo que me creía despierto
pude ver lo que veían:
El primero vió un lamborgini amarillo.
El segundo
(que era un corredor de carreras
lleno de escarcha y cenizas
porque había chocado)
vió un cadillac y un cielo azul.

[Yo desde adentro los veía verme,
yo desde sus ojos, los veía ver el auto:
Yo veo y entiendo que los otros me miran,
pero cuando imagino donde apoyan sus ojos
veo mi auto.
Que encima no manejo.
Y está quieto.
Cuando un auto
- en realidad -
existe para moverse.]

Entró al auto un hombre,
pelado y con remera amarilla.
Sus ojos llenos de un apetito voraz,
agitó su miembro desnudo
y le dije que no,
agitando el indice.
Salió.
Yo lo seguí.
Yacía en el piso una mujer desnuda.
Él la adoraba.
Sostuvo sus labios vaginales
y los estiro infinitamente
mentras decía rechinando los dientes:
"¡Mirá lo que es esta concha!
¡Es una cueva esta concha!
¡Es una cueva!"

sábado, 20 de junio de 2009

Carpe Diem = Memento Mori

I am dying

as my feet touch the bare grass.

I am dying

as the ful-light moon showers the cascades.

I am dying

as my sweat

transforms slowly into hands,

and their exhaustion grabs this pen.

I am dying

as i write this floor

at which my feet shower

in a moonly cascade.

I am dying

as the grass is a ful-lit hand

exhausted from pen grabbing sweat.

I have died

and the pen’s tip

cracks this second

into it all.

domingo, 14 de junio de 2009

Muerte Conceptual #53

La nevera bien fría y cerrada, para que no se rompa la cadena de frío el pescado se pudra, se ponga verde, me enferme y me mate. La puerta cerrada con llave y blindada. Las ventanas enrejadas. Para que nadie entre y me viole, me grite y me escupa. Despues saque un cuchillo desde la capucha y me lo clave en el vientre, me abra de arriba abajo y yo sufra, sufra mucho.
Cuando camino por la calle yo miro a todos lados. Miro al piso por si una baldosa esta suelta. Para no tropezarme y que mi cuello se tuerza y yo quede en estado vegetativo. Para que yo no tenga que soportar serle una carga a mi famillia, que me bañen y me limpien y cuiden de mi. Para que no tengan que poner esa cara falsa de acceptacion o gracia cuando escuchan mis labios sin fuerza emitir alguna sombra de palabra, llenos de baba, y a mis ojos perdidos en el cielo.
Para que un dia no se olviden de cerrar la nevera, y el pescado no se pudra. Y que yo no intoxique mi vista, esquivando esa escondida baldosa. Para que nadie me cuide y me bañe y me sonria. Para que nadie rompa el enrejado de la ventana y parta la puerta blindada. Despues entre, me viole, me grite, me escupa y me mate con el cuchillo de la capucha. Para que algún dia no pase.
Pero ahora estoy muerta. Solo hay paz.
¡Y claro! ¿Que mas puede pasarme?
Nada. Nada puede pasarme.

viernes, 12 de junio de 2009

Avance Para Lo Que Sería Mí Película

Un hombre en cuero tiene una vincha azul que le tapa los ojos. Es el Superyo. Esta dando una charla, parado en un pedestal. Grita eufóricamente. De vez en cuando mira al miedo y lo burla con insultos, o a la imaginación y le regala un par de ideas. Atrás está el ego aplaudiendo silenciosamente.
El Superyo agita la mano y su discurso explota en euforia, largando chorros de baba:
- ¡Y llegaran a ser enormes! ¡Cada palabra que digan será única! - Estira la mano tan lejos como le da la articulación, que emite un 'clac'. - ¡Nadie mas que ustedes las habrá escuchado!¡Y los ojos de las mujeres que los vean se les pegaran a la piel! ¡Y sentirán sus bocas derretidas cuando toquen el piso del deseo! ¡Y el arte! ¡Harán mucho arte! ¡Siganme a mi!¡Para todo esto siganme a mí! -.

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Lejos, en el hogar del Ello se despiertan las dos mascaras. Una pintada de verde, delineada de negro y con una aureola blanca que rodea los ojos, ademas, la nariz esta cubierta por una pomposa funda de plástico rojo. La otra mascara está pintada de blanco, del ojo izquierdo emana un cono negro hacia la pera, y de su ojo derecho brotan unas lágrimas oscuras.

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Un pequeño chorro de agua cae del cielo hacia un espacio amplio y blanco. En el centro se moja de a poco un bebé con rulos. Se refriega los ojos. Mira hacia el horizonte. No hay nada. El chorro de agua sigue cayendo. El bebé lo mira: "¿Mama?". Apunta con el dedo y su brazo intenta seguirlo pero pierde el equilibrio y se cae. Ahora mira recostado al cielo blanco y al chorro de agua que parece perderse en la distancia.

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En un cuarto muy oscuro solo hay tinieblas. Uno las escucha roncar dormidas. A paso lento y distante. Inhalan y las paredes se ensanchan, revelando formas de bosques invernales carentes de hojas pero llenos de nieve. Exhalan y uno se tiñe de rojo mientras ve cuerpos muertos con cara de paz eterna.
Las tinieblas despiertan, algo perturba su sueño. La puerta del cuarto se agita y se hunde, tratando de romperse. Un grito fuerte estalla y una boca se abre ensanchada, millones de cuerpos tratan de salirse por la lengua. Se ven formas asexuadas, mutilaciones, pérdidas de brazos y piernas, canibalismo. La puerta se rompe, entra la pierna y después el torso del Superyo que grita:
- ¡Todo! ¡Vamos a ser concientes...- La puerta esta tirada abajo
y el Superyo observa las tiñeblas, justo a la boca. Se para derecho. Trota firme hacia la
masa oscura mientras explota en un grito de guerra - ¡Por la conciencia! -. Atrás de él entran al cuarto la Memoria, la Imaginación, el Ego, que son empujados por muchos otros,
asomando sus caras desde dentro de la masa tan formada de la conciencia.

El bebé en el amplio lugar blanco mueve la cabeza. Dice "No quiero, no quiero", y llora.

Un ser aparece frente al espejo de la casa del Ello, su carne convulsiona. Variando con colores entre el verde y el blanco. Las ondas de espasmo continúan hasta la cara. A veces sonríe y se le destacan dos aureolas blancas alrededor de los ojos. A veces sueña y un par de lágrimas brotan de negro sobre la blanca cara.

El Superyo contempla su carne derretida y el polvo que surge de un piso antiguo.
El bebé rueda mientras le crece pelo y su tamaño aumenta.

El Ello estalla en una carcajada sórdida. Levanta su pico de minero y con el, le parte una buena porción al subconsciente. Levanta el pico otra vez y ríe: "¡Ja Ja Ja!". Casi pierde el equilibro. Es que la helada consistencia del témpano estaba derritiéndose. Ese pequeño témpano de hielo que flotaba azarosamente. El Ello había descubierto hace poco esos bajorrelieves escondidos en esa pequeña isla en el medio del oceano. Los bajorrelieves decian "Yo" y "Superyo".
El Ello se rió de nuevo mientras levantaba la pica: "¡Ja Ja Ja!"