jueves, 3 de septiembre de 2009

Aprendiendo a tocar el djembe

Deje de pensar lo que estaba pensando.
Muerase.
¡Tac!
Asomese por el tunel del tiempo.
Se parece a un desierto de noche.
¡Tac!
Una mujer con poca pintura blanca.
Y los pies descalzos, con ampollas.
¡Tac!
Tiene la cara pintada,
toda la cara.
¡Tac!
De muchos colores,
rojo, azul, verde.
¡Tac!
Pero ella quiere estar de blanco,
¡Tac!
ella quiere pintarse de blanco,
¡Tac!
el más puro blanco.
¡Tac!
Pero el desierto la llena de arena.
¡Tac!
El viento
la llena de arena.
¡Tac!
Y ella salta para sacarsela de encima.
¡Tac!
Se le abre la balija,
no tiene mas ropa.
¡Tac!
Y las pinturas que había pintan el viento.
¡Tac!
Lo pintan de rojo, azul y verde.
¡Tac!
Ella tiene la piel blanca, muy blanca.
¡Tac!

martes, 1 de septiembre de 2009

Del Yo: Gusano y el Yo: Yo.

Tengo un… pequeño dolor en la cabeza. Como un gusano insertado (que me imagino verde) y se mueve hacia la izquierda sobre mi cerebro rosa y bajo el cráneo blanco. Empapado en un líquido incoloro.
Despliega sus pequeñas fauces, naturalmente circulares y pellizca este hemisferio izquierdo que ahora me duele.
Veo una imagen. Estoy sobre una pequeña plataforma de hielo, en un océano inmenso. Es de noche y la luna no está. Solo me iluminan las estrellas desnudas.
Se derrite el hielo y agito mis brazos. La oruga se despega y camina de nuevo. Desatando numerosas sinapsis coaguladas.
Me hundo y nado. Pero el agua es transparente y el cielo, blanco. Creo que hay rosa abajo, es mi cráneo.
¿Quién soy?
La oruga se mueve y aprieta el cráneo, llegando hasta el espacio entre los dos hemisferios.
Soy la oruga. Saco mis fauces y dreno mi espina.
Soy el poeta que nada. Me saco los pulmones, así nunca me ahogo. Este cielo es lo que veo, un cielo estrellado. Es oscuro lo que hay abajo, es lo profundo del océano.
Aunque el cielo podría llegar a ser el cráneo, y unos huecos las estrellas.
¿Pero entonces donde estoy yo?
Justo encima del cerebro rosa. No lo veo porque está oscuro.
Entonces ahí está la oruga, verde, viscosa y gigante. Se agita en este océano cefálico nadando con suma lentitud. Está dividida en sectores gordos y con manchones amarillentos. Levanta su lomo y me mira, si, yo se que me mira.
Despliego mis fauces para darle un poco de miedo. El enano está ahí, flotando. Voy a ir a comerlo.
Se me llena la boca de baba y agito mi lengüita con vehemencia aunque las infinitas hileras de dientes me corten un poco.
¿Por qué vas a comerme? No quiero morir.