miércoles, 4 de septiembre de 2013

Sobre los trenes

Una vez me senté mirando a la estacion de tren, y vi los trenes pasar uno tras otro.
Me llamó la atención los pasajeros angustiados, apurados, más allá del frío y el calor.

Algunas personas, quizás por más ancianas o porque el tiempo les sobra, decidían no subirse a los trenes demasiado cargados.
Así que esperaban.

Esperaban viendo pasar frente a sus rostros a sus compañeros,
cuyas caras se transformaban con el correr de los metros, a medida que se alejaban del andén.

Algunas personas dejaban pasar un tren tras otro,
quién sabe por qué,
quizás el confort de la parada era demasiado,
pero no se daban cuenta
que algúnos trenes pasan más rápido que otros
y algúnos llegan una vez,
y nunca más.

Quizás no se subían por miedo a un accidente,
quizás temían el choque,
esa fusión inmanente del alma con el universo,
un beso furtivo, un nuevo negocio, la aventura.

Sin embargo imagino que hay otra clase de personas,
algúnas que se suben a un tren y no lo abandonan nunca.
Y pasan frente a ellos paradas, una tras otra,
y no deciden bajar jamás,
llegando hacia el no llegar.

También habrá otros, que suben y bajan,
y viajan,
miran y conocen y se mueven,
y besan,
y aman,
y tambien cojen.

Y acá estoy yo,
pensando, mirando,
en este anden por donde los trenes pasan,
como un laberinto de vidas y destinos,
un entramado de posibilidades,
en un universo donde el instante
puede ser el infinito mismo donde se decide todo.

Y creo que ya sé,
que no importa a que tren se suban,
ni importa a que camino les lleve,
o gracias a cuál suerte decidan.
Detrás de todo permanece algo,
y eso es que todos viajamos,
ya sea en nuestras mentes,
o acompañados.

martes, 21 de mayo de 2013

Talking with Muses



                When are you going to get tired of writing other people’s stories and start writing your own?
                To jump the gap between knowing all of the nuances of someone’s life and the eternal grasp of controlling them, into the accidental despair of the uncertain and the infinite possible repercussions of the contingent?
                You must necessarily become the main character of your story, this is my advice. You must write your story, but not through words.
                There is a moment in literary writing in which words extend beyond paper. First, they become part of the imagination, the meaning of what they stand for is realized, and the sign is split from the significant, leaving all but an idea.
                This idea clots with many others and they merge through a constant burning, effervescent chaos within the thought. Your mind will then be constituted forming a dialectical understanding of the mental, and of the material things.
                Through this process you will become the main character of your life. For when words are merged with ideas, and they become inseparable from each other, there is no option for you but to become merged with words.
                Every action you take: the thrill of a new discovery, the applause of your partners after a great achievement, the look in her eyes when she knows that you want her… All of these events will be paralleled by a latent sensation of awareness.
                You will open up to the fortuity and be firm and brave to accept the immensity of the uncertain with the most pure and dreadful vulnerability.